No importa que los alumnos sean burros de solemnidad: deben quedar dentro de la escuela, para no ser discriminados.
No importa que los ciudadanos resulten haraganes, borrachos, narcotraficantes, patoteros, mafiosos, canallas de siete suelas, o simplemente inútiles.
Deben permanecer dentro de la escuela y la sociedad, aunque corrompan a los demás, vendiendo éxtasis, paco, heroína o burundanga.
También los mafiosos, los secuestradores y los chantajistas son víctimas de la sociedad.