Ser un chivato es ser un delator o un soplón.
El periodista y articulista cubano, Señor Juan González Febles juanchogonzal@gmail.com , publica en La Habana, el 23 de noviembre del 2010, en Internet, en la revista Primavera Digital un artículo que ha titulado ESBIRROS, INADAPTADOS Y MECÁNICAS MEDIATICAS.
En su quinto párrafo dice: “La vocación y la condición de esbirro, está fuertemente vinculada a la condición de chivato. Los chivatos y los esbirros son el par ordenado por excelencia o la célula básica de la opresión. No hay esbirro sin chivato. Pero tanto sobre el esbirro como sobre el chivato pesa una maldición: Pasado un tiempo, nadie quiere acordarse de que existieron”.
Sabias palabras pero no beneficia a nadie querer olvidar y esconder toda esta inmundicia a la que los seres humanos nos dedicamos y en esto me quiero incluir yo también, porque tengo experiencia propia en esta sucia y desvergonzada actividad humana.
La chivatería o la delación es consustancial y eterna en muchas actividades humanas, en casi todas, pero no hay ninguna como la política para encontrarla de manera constante.
Y es importante recordar todo el daño que se hace con ella; los chivatos o soplones hacen daño al prójimo, a otras personas que pueden ser familiares directos, amigos íntimos, compañeros de trabajo, vecinos, a todo un pueblo y a toda una nación.
Este párrafo tan lúcido de don Juan González Febles me hizo recordar un libro que se editó en Estados Unidos, en Miami, en noviembre de 1960, no se aprecia la editorial del mismo. A este libro, no se le dio ninguna propaganda, nunca se ha hablado de él, en realidad se le hizo desaparecer, porque a muchas personas y a los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos de América no les convino nunca, que se publicara.
Se trata de MEMORIAS, por el Teniente Coronel de la Policía Nacional de Cuba, Esteban Ventura Novo.
Estaba en la calles de Miami en la Florida y en West New York, New Jersey, Estados Unidos de América en noviembre de 1960, a solo once meses de la súbita huida del entonces Presidente de Cuba don Fulgencio Batista y Zaldívar.
¿Porqué el Teniente Coronel don Esteban Ventura Novo publicó ese libro a diferencia de los demás colegas suyos, como los hermanos Conrado y Orlando Carratalá Ugalde, Irenaldo García Báez, Mariano Faget, Emilio Laurent, Orlando Piedra Negueruela y otros que estaban al frente de las diferentes policías y/o cuerpos de investigaciones y contrainteligencia que habían en Cuba y que nunca publicaron nada relacionado con las listas de chivatos que ellos tenían?
El Teniente Coronel don Esteban Ventura Novo publicó ese libro, porque estaba indignado, por la forma en que las nuevas autoridades que se apoderaron del poder en Cuba trataban a su esposa la Doctora en medicina doña Serafina Freyre Lázzaro que tuvo que regresar de nuevo de la República Dominicana hacia donde había salido a refugiarse en la huida de su esposo y las demás figuras políticas del régimen depuesto que presidió don Fulgencio Batista y Zaldívar.
Doña Serafina Freyre Lázzaro regresa a Cuba con tres pequeños hijos: Esteban, Rosario y Serafina, porque estaban pasando hambre en el exilio y como ella siempre se dedicó a sus actividades de médico en una institución privada y no tuvo actividad política alguna tanto ella como su esposo don Ventura Novo pensaron que debía regresar, para brindarle mejor vida a sus tres pequeños hijos.
Pero no fue así, En cuanto se supo que ella regresaba, la esperaban en el aeropuerto y la detuvieron. ¿Quiénes? Pues los antiguos enemigos políticos del Teniente Coronel Ventura.
El señor Ventura Novo dijo: -¿pero como es posible, si yo no le hice nunca nada a los familiares de ninguno o ninguna de los yo perseguí?
Y es cierto, don Esteban Ventura Novo ni ninguno de los represores del Presidente Batista tomaron represalias contra los familiares inocentes de ninguna de las personas que oponían a la dictadura del Presidente Batista.
Hay que recordar que la señora madre de don Fidel y Raúl Castro Ruz y sus hermanos nunca fueron perseguidos ni molestados por los funcionarios policiales y militares represores durante la guerra por el poder que culminó en derrota para el presidente Batista el 31 de diciembre de 1958.
Incluso la señora doña Lina Ruz González, madre de los actuales tiranos cubanos declaró a la prensa en entrevista realizada por un periodista del Diario de la Marina el 10 de enero de 1959, que había sido cuidada por el coronel Fermín Cowley Gallego, oficial del Ejército Nacional y Jefe del Distrito Militar No. 9 de La Ciudad de Holguín, provincia de Oriente en Cuba, para que no le ocurriera nunca nada.
Eso dio como resultado un libro único en su especie. Ese libro era para hablar de los chivatos, ese libro salió para hablar de la chivatería en Cuba en tiempos del Presidente Batista para presionar a quienes estaban en el nuevo poder constituido a partir del 1 de enero de 1959, para que soltaran a su esposa, que era inocente.
Escribamos brevemente del Teniente Coronel Esteban Ventura Novo usando datos de su misma biografía publicada en el libro.
El Teniente Coronel Esteban Ventura Novo, comenzó su vida militar en el año 1933.
Con solo diecisiete años sin el permiso de sus padres, se va de su casa en su pueblo natal de Artemisa, un 19 de octubre para incorporarse al Ejército Nacional cubano donde permaneció durante diecisiete años. Fue directamente a la fortaleza militar de Columbia en La Habana a solicitar su ingreso, pero lo rechazaron porque no había plazas disponibles. Se fue a hospedar a un modesto hotel en la ciudad. Allí trabó amistad con un cabo de la Batería de Montaña No 1, Regimiento 7, Máximo Gómez, de nombre Pelayo González. Fue él quien resolvió su ingreso el 2 de noviembre en la Guardia Revolucionaria Voluntaria con un sueldo de $10.00 pesos mensuales.
Cuenta Ventura, que el 8 de noviembre estalló la contrarrevolución y se sublevaron los cuarteles de Atarés, Dragones, el Departamento de Aviación, San Ambrosio, gran parte de la Marina de Guerra y toda la Policía Nacional.
A las 2:40 de la madrugada la aviación comienza a bombardear la Fortaleza de La Cabaña repeliendo el ataque con el armamento antiaéreo.
El jefe de la agrupación militar donde se encontraba Ventura, un Teniente de apellido Margolles ordenó a los soldados antiguos y con buena preparación se prepararan para salir a buscar a los complotados. Ventura con solo cuatro días de alistado gritó que él no era de los soldados antiguos, pero que era hombre y quería ir. Aquello levantó la admiración de sus compañeros y marcharon sobre la Aviación militar donde ya se estaba combatiendo. Tuvieron a lo largo del día diferentes enfrentamientos con fuego de infantería y artillería. En medio de los combates un cañón estalló hiriendo y poniendo fuera de combate a varios soldados compañeros de Ventura. Un fotógrafo de la Revista Carteles que allí estaba tomó fotos y fotografió al joven soldado Ventura al lado del cañón averiado. Esa foto se publicó y la revista llegó al pueblo de Artemisa y allí se enteraron los padres de Esteban Ventura donde estaba su hijo y lo que se encontraba haciendo. Supieron que estaba en las Fuerzas Armadas, defendiendo como él decía los Poderes constituidos de la Nación.
Recibió permiso para ir a su casa en premio a su labor realizada en los combates y para que les solicitara a sus padres la autorización de ingresar en las fuerzas armadas como soldado de línea.
Su madre se opuso terminantemente no así su padre que orgullosamente le dio el permiso para que se hiciera un hombre.
Así comenzó su vida de cuartel.
En 1941 descubrió e investigó un robo de dinero de los pagos de los alistados que se produjo dentro de las filas, descubriendo al ladrón eso hizo que lo pasaran al Servicio de Inteligencia Militar. Lo incorporaron como Investigador del Regimiento 8 Rius Rivera de la Provincia de Pinar del Río.
En las filas obtuvo disciplina, combatió y se distinguió como buen militar, fue un hombre muy valiente, fue ascendiendo, hizo trabajos de investigaciones, porque siempre tuvo una gran habilidad para esto, lo que le valieron ascensos y mejoras en posiciones y un día por sus buenos trabajos en las investigaciones militares, en 1947 siendo sargento grado que obtiene en la Escuela de Clases, se presenta en 1947 a oposiciones para ingresar en la Policía Nacional, como vigilante de Primera Categoría, ocupándose de luchar contra la delincuencia.
El policía Esteban Ventura Novo, se convirtió en un verdadero azote de los delincuentes en La Habana.
Siempre se le veía bien uniformado, con la ropa planchada, era acicalado, limpio y elegante en el vestir. Siempre fue así.
Él comienza sus Memorias hablando de dos delincuentes de quien se ocupó de perseguir.
El capítulo V se lo dedica a Juan Almeida Bosque, Comandante de la Revolución castrista y figura emblemática del gobierno del Presidente don Fidel Castro Ruz, fallecido recientemente.
Para las personas no cubanas y de otras latitudes que me leen, explico que todo esto se desarrolla en la ciudad de La Habana.
Dice Ventura Novo:
“…fui asignado a la segunda estación, situada en Paula y Picota (eso es la parte vieja de la ciudad de La Habana).
A las 5:30 de la tarde del día 6 de noviembre de 1948, el timbre del teléfono de la estación sonó.
-Segunda estación, ordene, dijo la clase de guardia.
Del otro lado del hilo, una voz dijo:
-Ahora mismo acaba de ser asaltada, en la esquina de Desamparados y Damas, una mujer. Parece norteamericana; sus asaltantes son dos. Uno de ellos es Caballo Blanco y el otro Pito. Corrieron hacia La Habana vieja, por la calle Damas.
El sargento Darío y yo salimos hacia el lugar que nos indicaban…pudimos ver a la norteamericana Hallen Hayes, de Fort Lauderdale, en la Florida, quien nos describió a sus asaltantes que se habían llevado la cartera con $166.00. Muy nerviosa, nos dijo:
-Los dos ser negros.
…el bodeguero de la esquina nos manifestó:
-Se metieron en la posada, allí, en el número 66.
…comenzamos a registrar cuarto por cuarto. Al fin, en el número 7, debajo de la cama, estaba Caballo Blanco, quien atemorizado me dijo:
-No me hagan nada…La cartera está en la carpeta de la oficina…el juez de Instrucción de la Sección Segunda, conoció del hecho y lo procesó con $10,000.00 de fianza…radicando la causa por asalto y robo.
Caballo Blanco, alias con que era conocido en el mundo de la delincuencia en el año 1948, no es otro que el actual Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Juan Almeida Bosque.
…sancionado, por la Sala Quinta de lo Criminal de la Audiencia de La Habana, a la pena de 4 años, siendo remitido al Reclusorio Nacional para Varones, de Isla de Pinos.
Allí conoció a quien andando el tiempo, le haría Jefe del Ejército, al doctor Fidel Castro Ruz.
Juan Almeida Bosque, alias Caballo Blanco, había sido sancionado a una pena, por un hecho que, según propia confesión, no era su giro, ya que sus actividades eran la venta de marihuana en la esquina de San Isidro y Damas, en unión de Caridad Suao, alias La Conguita…
Almeida es medio hermano de Papaíto, famoso delincuente que operaba en la misma barriada…”
¡Qué interesante es toda esta historia de este personaje de quien siempre se dijo, fue proletario, un albañil!
Almeida fue uno de los funcionarios castristas que mayor cantidad de trabajos sucios hizo contra cubanos infelices, destruyéndoles la vida.
Hablando sobre los delincuentes pasa al capítulo VI, dedicándoselo a:
Efigenio Ameijeiras Delgado. Sobre él dice el autor de Memorias:
“Si al lector le dicen que un delincuente, un vendedor y expendedor de marihuana, asaltante de mujeres, a las que arrebataba las carteras o bolsos, iba a llegar a ser Jefe de la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba, seguramente creería que quien tal cosa afirmara, no estaba en sus cabales”.
Ya para esta fecha que narra esto, Ventura Novo había sido ascendido a Teniente y era jefe del Grupo de Robos del Buró de Investigaciones por eso en el invierno de 1949 capturó a un grupo de individuos entre los que se encontraba: “Tomeguín, alias con que era conocido en ese tiempo, el hoy jefe de la Policía Nacional Revolucionaria, comandante Efigenio Ameijeiras Delgado (cuando el autor Ventura Novo, dice el hoy jefe de la Policía Nacional Revolucionaria, se refiere al año de 1959).
Ameijeiras operaba con otros delincuentes, en el parque de la Fraternidad frente al hotel Manhattan y entre sus especialidades estaba la de arrebatar bolsos o carteras a las mujeres.
Vivía en la habitación número 31, de la arcada 17 de la antigua Plaza del Vapor…
Los socios de Ameijeiras o Tomeguín eran: La Dormilona, Huele Bicho y otros….”
Cuando a Tomeguín se le hizo muy difícil operar en el parque de la Fraternidad, se trasladó para las calles de Monte y Ángeles donde también fue perseguido por el entonces Teniente Ventura.
“…pasó a la esquina de J y 23, en el Vedado, donde arrebataba carteras y bolsos a las mujeres que se disponían a tomar los ómnibus tras haber ido al Hospital Calixto García.
Fue allí, sin lugar a dudas donde hizo sus primeros contactos con los líderes estudiantiles y se infiltró en la revolución…
…En el juzgado Municipal de Puerto Padre, Provincia de Oriente, en funciones de juzgado Correccional, están los libros en los que constan sentencias dictadas, condenando a 60 días de privación de libertad a Efigenio Ameijeiras y Armando Cubría (este último revolucionario y chivato de Ventura de larga trayectoria).
…Practicaban la pederastia y fueron sorprendidos…” (Es bueno aclarar que en Cuba se mencionaba la pederastia no como las relaciones sexuales con niños sino entre hombres, es decir, a las prácticas homosexuales).
Pero pasemos cuanto antes a las personalidades revolucionarias castristas nombradas por el Teniente Coronel Esteban Ventura Novo, que colaboraron con él y con el gobierno del Presidente Batista chivateando, al mismo tiempo que eran jefes de células clandestinas en el movimiento 26 de Julio que lideraba el Dr. Don Fidel Castro Ruz.
Comienza en el capítulo IX dedicándolo a José Llanusa Gobel.
Este sujeto fue comisionado Municipal de La Habana, después del triunfo castrista se les llamó a los alcaldes designados con el sustantivo de Comisionados.
Transcribo el texto, Pág. 53:
“Cuando José Llanusa Gobel llegó a La Habana con unos mensajes, fue detenido y conducido a nuestra presencia.
Es un muchacho fino, dado a frecuentar clubes elegantes, cordial y atento. Aunque sin recursos económicos para sostener un medio de vida como el que se vive, se las arregla para tener amigos de la más alta sociedad.
Es inteligente, afectuoso, halagador… y cínico.
Cuando penetró en nuestro despacho, ensayó la mejor de sus sonrisas y dijo extendiéndonos la mano:
-¿Cómo está, mi querido coronel? ¿Cómo le va esa salud? Se le ve a usted muy bien. La esposa y los niños, ¿están bien?
Después, echando una ojeada en su derredor dijo:
-Quiero hablar a solas con usted. Ruéguele a estos señores que se marchen.
Así se hizo.
-¿Qué es lo que usted quiere saber?
-Todo lo que usted quiera decirnos que sea de utilidad, contestamos.
…dijo que él era comisionado, el encargado de todo lo relacionado con el trasiego de armas y explosivos desde la ciudad de Miami: que inclusive sabía cuando se traía y como se traía ese material; lo mismo si se trataba de unas cuantas pistolas, que si era un cargamento de explosivos. Nos dijo como en el aeropuerto no se hacía registro a persona alguna y como ellos tenían incluso, un ciudadano norteamericano que venía, colocaba bombas y petardos en la capital y se marchaba en el próximo vuelo, dejando a la policía con tres palmos de narices.
Nos informó que había enviado, por el puerto de El Mariel y por el de Isabela de Sagua, grandes cantidades de armas, pero que era de suponer que ya no pudieran ser localizadas, porque una vez en territorio cubano, él perdía el contacto.
No obstante, había un cargamento en camino, por El Mariel, que si podía ser ocupado.
Pero recuerde, coronel, que yo no trabajo…
Cuesta dinero lavar los trajes, enviar las camisas a la tintorería y hasta ahora que yo sepa, en los hoteles no dan alojamiento, ni alimentación, si no es previo el pago correspondiente. Que malo es ser pobre, coronel.
Y le entregamos $3000.00 para que continuara viviendo sin trabajar.
Media Habana volaría si hubiera sido utilizado aquel cargamento de gasolina gelatinizada que llegó por El Mariel.
Después, continuó trabajando para nosotros desde Miami.
Su contacto era por teléfono. Se identificaba como José.”
Finalizamos aquí el relato más extenso de Ventura de las demás personas que denunció el Sr. José Llanusa y que muchos de ellos cuando eran detenidos se ponían a trabajar también para la policía.
Aclaró también que el Sr. José Llanusa Gobel fue uno de los que cobró más caras sus delaciones y confidencias.
Llanusa fue el que ordenó al principio del gobierno castrista que los clubes nocturnos debían estar perfectamente iluminados y no en penumbras u oscuros porque las parejas asistentes solían besarse y tener actividad sexual en los mismos mientras tomaban y bailaban y eso era una inmoralidad.
Después desapareció de la vida política porque trascendió que había asesinado por celos a una amante y aunque aquello no pasó de ahí la gente se enteró.
Es bueno destacar que en Cuba a lo largo de la lucha insurreccional contra el Presidente Fulgencio Batista y Zaldívar se utilizó muy ampliamente la colocación de bombas y artefactos explosivos, en lugares públicos, como clubes, cabarets, etc. para infundir el terror en la población y acrecentar el estado de guerra. Había dos mujeres combatientes del Movimiento 26 de Julio en La Habana, las hermanas Giralt, Cristina y Lourdes Giralt Abreu que murieron cuando colocaban una bomba en el baño de señoras del cine América, que les estalló por error mientras la instalaban. Ellas fueron honradas post mortem por este hecho y su nombre fue puesto a un edificio alto en la calle 23 entre D y E, en el barrio del Vedado, después que los hermanos Castro tomaron el poder.
Otro de los personajes a quien denunció el autor del libro como uno de sus confidentes fue al periodista ya fallecido, José Pardo Llada que además recibía dinero de Batista y cuando se fue a la Sierra Maestra para alzarse con Fidel se llevó varios miles de pesos que el mismo Batista le dio para una misión en Haití.
El capítulo XIV se lo dedica a Julio Camacho Aguilera.
Dice sobre él Esteban Ventura Novo:
”El comandante Julio Camacho Aguilera aparece en los archivos nuestros, con más de un servicio que podemos calificar de eminente.
Cuando fue detenido en Marianao (un pueblo aledaño a la ciudad de La Habana que ahora es un municipio) conjuntamente con otros seis, Julio Camacho Aguilera pidió que le trataran bien, que iba a cooperar”.
Dice Ventura que habló tanto que decidieron mandarlo para la ciudad de Santa Clara a presentarse al coronel José Fernández Rey, jefe del regimiento de esa ciudad y que Julio Camacho Aguilera le hizo tan buenos trabajos denunciando a sus compañeros, que felicitaron a Ventura por haber enviado un cooperante tan bueno.
Termina diciendo Ventura Novo que nunca tendrían suficientes encomios para agradecer al flamante Ministro de Transportes de Cuba, los servicios prestados.
Capítulo XV. La muerte de Machaco.
…“Los sucesos ocurridos en el edificio de apartamientos (en las calles) O’Farrill y Goicuría, en que resultó muerto Machaco Ameijeiras Delgado –hermano de Tomeguín (se refiere al actual General Efigenio Ameijeiras Delgado, pero que en ese momento era el Jefe la Policía Nacional Revolucionaria) se desarrollaron de la siguiente forma:
Unos días antes, se detuvo a Tony Fernández, quien entregó a Armando Rivas, hoy capitán de la policía allá en Cuba, autor material, en compañía de otros, del estallido de una bomba en la tubería de agua del barrio La Victoria. Capitaneaba un grupo de gángsters y terroristas en conexión también con el tenientito –un inválido despreciable, de Pinar del Río (se refiere a Manuel Noriega que fue un sanguinario fiscal de los tribunales revolucionarios en la Provincia de Pinar del Río a quien le dedica el capítulo XXV por la cantidad de delaciones y chivatazos que hizo de revolucionarios en esa provincia que concluyeron con la muerte de algunos de ellos) fiscal de los tribunales sanguinarios del comandante Herminio Escalona, entregó las armas que tenía, una ametralladora Thompson y pistolas, en la casa de una sobrina del doctor Rodríguez Díaz, quien estaba en contacto con ellos.
-Te pondremos en libertad, si logramos la detención de Machaco, le dijimos.
-Bien, coronel. Pero eso no lo puede saber Tony Fernández, porque me cuesta la vida.
-Está bien. No lo sabrá Tony, le respondimos.
Y nos enseñó la casa donde estaba oculto Machaco Ameijeiras.
-Tony no se la enseñó porque no le dio la gana ya que él también conoce este escondite, dijo Armando Rivas y agregó:
-Hay que tener mucho cuidado, pues tienen granadas, ametralladoras y abundante parque. Se van a fajar si son sorprendidos.
Armando Rivas nos dijo que en el lugar se ocultaban 7 u 8 individuos y por lo tanto, ordené que un grupo de 10 hombres de mi confianza tomaran armas apropiadas y solicité también la cooperación del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), viniendo el teniente coronel Irenaldo García Báez, con varios soldados de su Departamento, al lugar del escondite.
Una ráfaga de ametralladora, salió del apartamento que ocupaba Machaco y fue el saludo a nuestra persona, cuando tocamos la puerta. Íbamos junto al teniente José Luis Sánchez y al sargento Luis Alfaro.
-Cuidado, coronel, que lo matan, me gritó Alfaro.
Me quedé embotellado entre los sexto y séptimo escalones y con el cabo de nuestra pistola tratamos de romper, haciendo juegos malabares, algunas persianas de la ventana tipo Miami. En ese instante comenzó un nutrido tiroteo desde la calle.
-Soy yo el coronel Ventura, tuve que gritar.
Los agentes del SIM, en medio de la penumbra de la aurora –estaba amaneciendo- me confundieron con uno de los delincuentes que estaban en el interior de la casa y creyendo que pretendía salir, nos hicieron fuego.
¡Otra vez salvaba la vida de milagro!
Ya en la azotea, los que estaban en el interior se percataron de mi presencia sobre ellos y comenzaron a lanzar granadas de mano sobre nosotros. Pese a ello, utilizando gases lacrimógenos, hicimos salir a Machaco y a su esposa Norma Porras.
-Vete, Machaco, gritó ella, no obstante que estaba herida de tres tiros.
Di órdenes de que cesara el fuego. Se trataba de una mujer. De esto puede dar fe Norma Porras.
A propósito. Ya no tiene que averiguar quien fue el chivato que entregó a su marido; en este libro está el nombre de Armando Rivas.
Terminó el fuego. Se utilizaron escaleras, y se trasladó a Norma Porras, con sumo cuidado –estaba en avanzado estado de gravidez- al hospital militar de Columbia, primero y posteriormente al de emergencia.
Todo había terminado.
Armando Rivas nos prestó mil y un servicio más, por tal que nunca se filtrara que él había sido quien dio el soplo del escondite de Machaco Ameijeiras Delgado”
El capítulo XVI se lo dedica a Pepín Naranjo.
“Primero Comisionado Provincial de La Habana y después Ministro de Gobernación, Pepín Naranjo, trabajó para el gobierno de Batista, a través del investigador Esteban Ventura Novo.
Es estupendo, asombroso, sencillamente maravilloso, pero cierto.”
Y comienza a narrar los incontables chivatazos y servicios que le brindó a Esteban Ventura Novo este individuo tan cercano al tirano Dr. Fidel Castro Ruz.
Es precisamente en este capítulo donde Ventura Novo declara quienes fueron los chivatos que dieron el soplo para capturar al revolucionario santiaguero Frank País, les transcribo los fragmentos:
“Y ya que hablamos de delaciones por parte de los que hoy presumen de civismo, de patriotismo, de compañerismo y de todos los ismos habidos y por haber, bueno es que se sepa que quien entregó a Frank País, el estudiante que ha sido tomado como bandera por los bárbaros y que incluso se le puso su nombre a una horda que operaba en el norte de Oriente. Segundo Frente Frank País, fueron nada menos que la señora Haydee Santamaría y Armandito Hart, los comunistas que hoy han sumido la enseñanza de nuestro país, en un abismo insondable.
Si, fueron Haydee Santamaría y Armando Hart quienes dijeron donde se ocultaba Frank País en Santiago de Cuba. Y el chivatazo ocurrió de la siguiente manera:
Una mañana Haydee Santamaría hizo desde La Habana, una llamada telefónica a los ómnibus Santiago Habana, separando pasaje para ella y para Armando Hart. Los teléfonos de esa entidad de servicios públicos estaban tomados y así el coronel Orlando Piedra, jefe del Buró de Investigaciones, pudo saber que ambos se dirigían a Santiago de Cuba. Los chequeó y los detuvo cuando el ómnibus iba a pasar por la Virgen del Camino (es un cruce de vías muy importante en La Habana). En el mismo iban Haydee Santamaría, Armando Hart y el doctor Julio Martínez Páez.
Ya en el Buró de Investigaciones, Haydee y Hart dijeron que iban a Santiago de Cuba a entrevistarse con Frank País, dándole su dirección al coronel Mariano Faget. El coronel Piedra, con ese soplo de Haydee Santamaría y Armando Hart, envió a Santiago de Cuba un investigador para que se entrevistara con el coronel del ejército José María Salas Cañizares, con la siguiente instrucción:
Deténgalo y tráigalo a La Habana.
¿Fueron o no, Haydee Santamaría y Armando Hart, quienes entregaron a Frank País? Y ahora son muy compañeros del líder estudiantil a quienes asesinaron, con el soplo que dieron a Piedra, al ser detenidos en La Virgen del Camino, cuando se dirigían a Oriente a entrevistarse con él. Frank País al verse descubierto, se batió a tiros y murió, por cuenta de Haydee Santamaría y de Armando Hart”. (Páginas 85 y 86). (Haydee Santamaría se suicidó de un tiro en la cabeza años después).
Quiero aclarar algo con relación a la muerte del joven revolucionario Frank País. En los inicios de la década de los años 70 mientras estudiaba y trabajaba en la Universidad de La Habana, hice una investigación histórica sobre el asalto al cuartel de la ciudad de Bayamo (mi pueblo natal) el 26 de julio de 1953, que fue una operación secundaria al asalto al cuartel de la ciudad de Santiago de Cuba. Debido a eso hice amistad con muchos revolucionarios combatientes clandestinos, de las ciudades de Bayamo y Santiago de Cuba y logré informaciones muy discretas de que en la muerte de Frank País había intervenido también la Señora Vilma Espín Guillois que lo había delatado. Parece que la CIA y tengo buenas razones para pensar eso, encontraba importante deshacerse de ese revolucionario tan nacionalista y peligroso a los Castro y su grupo.
Capítulo XVIII. Violeta Casals.
“La hoy locutora y grabadora de las arengas revolucionarias que se escuchan por la radio y la televisión cubanas, la furibunda fidelista de hoy, Violeta Casals, fue una colaboradora de primera línea de nosotros.
Fue a raíz de los sucesos del 9 de abril.” (Esto fue una huelga y rebelión organizada por el grupo de Fidel Castro que concluyó en un inmenso baño de sangre).
Narra a continuación la amplia colaboración de Violeta Casals como chivata de Ventura Novo.
Prosigue en el capítulo XX hablando de David Salvador Manso secretario general de la CTC Revolucionaria (Central de trabajadores de Cuba), como denunció a personas ese líder obrero.
Capítulo XXII dedicado a Omar Fernández Cañizares, un individuo que fabricaba y ponía bombas en La Habana.
Capítulo XXIII. María Pérez. Una sobrina de Crescencio Pérez.
Ella fue chivata de Ventura Novo y otros policías y fue delatada inicialmente por Armando Cubría, que fue después capitán de la Policía Nacional Revolucionaria.
María Pérez entregó a su vez, a muchas personas, entre ellos a Osmani Cienfuegos que estuvo detenido bajo Ventura Novo, pero este no dice si Osmani Cienfuegos delató a alguien.
Capítulo XXV. Manuel Noriega.
Fiscal de los tribunales revolucionarios en Pinar del Río después de la toma del poder de los hermanos Castro y su grupo, donde pidió la pena de muerte para muchos, muchísimos cubanos. Pero Ventura narra que cuando era su chivato, sus delaciones causaron la muerte y tortura de muchos revolucionarios que cayeron en sus manos.
Capítulo XSXVI. Faustino Pérez.
Este comandante y médico a quien yo conocí personalmente, según el autor del libro Memorias, se destacó chivateando a muchos compañeros después que cayó en manos de Ventura. Tuvo una responsabilidad enorme en el fracaso de la huelga del 9 de abril de 1958 que dejó muchos muertos. Fue compañero de estudios en la universidad, de la Doctora Serafina Freyre Lázzaro, esposa del Teniente Coronel Esteban Ventura Novo.
Capítulo XXXVI. Mario Kuchilán Sol.
Destacado periodista e ideólogo que formaba parte de la nómina de chivatos de Ventura.
Capítulo XLII. José Pellón.
…“Cuando el doctor José M. Alvarado, actual Magistrado y uno de los fiscales más implacables de los juicios sumarísimos, (se refiere a los Tribunales Revolucionarios donde se pedía la pena de muerte a los juzgados por asuntos políticos) sepa que fue José Pellón, dirigente Nacional obrero de filiación comunista, quien entregó la casa donde estaba oculto su hijo, no tendrá que hacer mucho esfuerzo para impartir justicia.
Lo tiene bien a la mano. Fue José Pellón.
…Pellón trabajaba y era dirigente obrero del Movimiento 26 de Julio en los muelles de La Habana.
Era comunista, siendo detenido por los agentes a mis órdenes…
Un día me visitó y me dijo:
-Ventura, estoy muy mal de dinero. Necesito que me resuelvas mi problema aunque sean dos o tres meses.
Yo te voy a ayudar porque esto de la Revolución es una basura. Estoy muy disgustado. He perdido mi trabajo por esta bobería. Yo puedo decirte, inclusive, donde está el comedero de Marcelo Salado.”
José Pellón de acuerdo al descargo de Ventura entregó a muchos revolucionarios, entre ellos a Andrés Torres un valiente hombre de acción quien murió combatiendo a tiros contra los hombres de Ventura cuando lo fueron a detener.
Capítulo XLVI. Osmín Fernández.
“Tal es el nombre del Comisionado Municipal de Marianao.”
Yo personalmente conocí a don Osmín Fernández, me lo presentó un agente secreto que me visitaba mucho, el ingeniero Lino Abreus. En esa época ya don Osmín no era el Comisionado o alcalde de Marianao porque había tenido problemas por haber asesinado a un hombre, trascendió a la ciudadanía y eso hizo que saliera de la vida pública.
Dice de Osmín Fernández lo siguiente Esteban Ventura Novo:
“…Es difícil pedir a un puerco que distinga una perla en un chiquero.
Un día estallaron dos petardos en las esquinas de Belascoaín y Carlos III y Belascoaín y Pocito, respectivamente, hubo varios inocentes que resultaron heridos. Sabíamos que Osmín Fernández estaba en esas actividades terroristas; pero no sabíamos donde estaba. Detuvimos a su papá y fue fácil después localizarlo cuando entraba en el hotel situado en Neptuno y Perseverancia, donde vivía.
-Si yo entrego todo el plan, ¿me suelta? – nos dijo.”
Y Ventura Novo narra algunas de las peripecias de Osmín Fernández delatando a sus propios compañeros revolucionarios.
Capítulo XLVII. Juan Orta.
Esteban Ventura Novo se refiere a que en el momento de escribir el libro, Juan Orta era el secretario de don Fidel Castro Ruz y dice de él y de su hermana Caridad Orta lo siguiente:
…”Siempre es agradable saber que los amigos, los colaboradores, están disfrutando de posiciones importantes.
Y si decimos los colaboradores, es porque en efecto, Juan Orta fue un eficaz colaborador del investigador de las actividades subversivas.
Más no fue a nosotros solos a quienes nos prestó eminentes servicios.
A lo mejor ni la esposa de Calixto Sánchez White, el líder del sector aéreo; ni el propio doctor Carlos Prio Socarrás, saben que fue un aviso de Juan Orta, quien permitió al coronel Fermín Cowley Gallego, frustrar y ejecutar a algunos de los expedicionarios del Corinthia.”
Calixto Sánchez White era un duro, fue un hombre acción. Combatió durante la Segunda Guerra Mundial en las Fuerzas Aéreas Inglesas ya que su madre era de esa nacionalidad y él mismo había nacido un 3 de noviembre en Glasgow, Escocia. Militaba en la Organización Auténtica y estuvo involucrado en el asalto al Palacio Presidencial que se hizo para matar al Presidente Batista dentro del mismo. Las fuerzas del ejército y la policía lo buscaban pero Calixto Sánchez White, según el agente de la CIA Ramón B. Conte Hernández era también, un agente de la inteligencia norteamericana y esta se interesó por él cuando se enteraron que había caído en las manos de Ventura y le solicitaron a Batista un salvoconducto para que saliera de Cuba hacia Estados Unidos, lo cual se hizo. Meses después Calixto Sánchez White regresaba a Cuba al frente de 40 hombres bien armados y entrenados en un yate llamado Corinthia. Dice Ramón B. Conte Hernández, en su libro Historia oculta de los crímenes de Fidel Castro, que se desorientaron y quedaron exhaustos siendo rodeados por un gran contingente de fuerzas al mando del Coronel Fermín Cowley Gallegos que era el Jefe Militar de la región quien ordenó pasarlos por las armas un 28 de mayo de 1957. Esa masacre fue repudiada por la Inteligencia Norteamericana destacada en Cuba.
Al Coronel Fermín Cowley Gallegos no lo perdonaron por esto y por otras hechos, le pasaron la cuenta y fue muerto en un atentado poco después, por un duro revolucionario llamado Carlos Borjas.
Vale la pena conocer la versión del autor Ventura Novo sobre como se desarrollaron los hechos con Calixto Sánchez:
“Corría el mes de junio de 1956.
Calixto Sánchez White, secretario de la Federación Aérea, conjuntamente con Alejandro Estrada Malledo, Alfredo Castro y otros, estaban en franca rebeldía, pese a ocupar destacadas posiciones en la central sindical cubana.
A través del Expreso Aéreo Internacional, se traían armamentos de todas clases desde los Estados Unidos.
La operación se realizaba colocando las cajas con las armas, muy cerca de las vallas que circundan el aeropuerto.
De noche, elementos afines a Calixto Sánchez White, se las llevaban.
Les seguimos la pista y en un servicio conjunto del Coronel Conrado Carratalá Ugalde y nosotros, detuvimos a Calixto Sánchez White conjuntamente con sus amigos. Allí les ocupamos pistolas, parque y documentos subversivos. El servicio se realizó de madrugada.
Ese día como a las cinco de la tarde, el jefe de la Policía Nacional brigadier Salas Cañizares nos llamó:
─Oye, Ventura, ¿tú tienes a Calixto Sánchez?
─Si, brigadier, lo detuvimos conjuntamente con otros cuatro. Le ocupamos documentos, pistolas y parque. El coronel Carratalá también tiene a dos de ellos en la segunda estación.
─Bueno, pues suelta tú a los que tengas y que Carratalá también lo haga con los que haya detenido.
─¿Qué los ponga en libertad, ha dicho usted?
─Si, Ventura. Es una orden del Presidente (se refiere a Batista). No quiere que se moleste a ese joven… Y además quiere que ustedes le den una explicación por su detención.
Y colgó el teléfono.
Desee luego, tanto Carratalá como yo cumplimos las instrucciones del Presidente, los soltamos…”
“Calixto Sánchez White y sus secuaces, continuaban realizando trasiego de armas.
En aquellos días ─venía una cantidad de muertos de los Estados Unidos, enorme.
Los féretros llegaban facturados por el Expreso Aéreo Interamericano y se descargaban a ciencia y paciencia de las autoridades sanitarias.
Y se realizaban los entierros, carros fúnebres, flores y hasta música, llevaban los supuestos cadáveres, cuyas personas habían fallecido en Estados Unidos y su última voluntad había sido que los enterraran en Cuba.
En esos féretros, venían armas flamantes para combatir a Batista.
Todo ello lo supimos por un empleado de la Compañía, nombrado Titi.
Vino la ocupación de armas, ─morteros de 81 milímetros─ y unas bombas de fabricación casera en la finca Los Martínez, en Santiago de las Vegas. Y con esa ocupación, las confidencias de que Calixto Sánchez, Pascasio Lineras y otros tales como Trucutú, el Cabezón Triana ─que hoy es oficial de la aviación de Cuba─ y Luis Fernández y otros, no eran ajenos a ese trasiego de armas.
Se enteró Calixto Sánchez y esa misma noche se recluyó en gravísimo estado de enfermedad, en la clínica Miramar, ordenando los médicos que no recibiera visitas.
Calixto Sánchez sabía que estaba otra vez metido, en manos de la policía.
Se lo dijimos al Jefe de la Policía, y este a Batista.
¿Qué dijo Batista?
─Salas, dile a Ventura que deje quieto a Calixto Sánchez, que es amigo mio…”
“Vino el ataque al Palacio Presidencial y Calixto Sánchez, que estaba complicado hasta más no poder, fue detenido por agentes del Buró de Investigaciones.
No molesten a Calixto, que es amigo mio… Volvió a resonar otra vez la voz del Presidente…
Y Orlando Piedra, tras una promesa de Calixto Sánchez, de renunciar tanto a sus actividades terroristas y subversivas como a los cargos que tenía en la Federación de Trabajadores del Sector Aéreo, se embarcó hacia el extranjero, desde donde organizó la expedición del Corinthia que fue exterminada en la Sierra Cristal, por el coronel Fermín Cowley Gallego, por el chivatazo que dio Juan Orta.”
Pero prosigamos con el relato del libro de Esteban Ventura Novo, que sigue así:
…Juan Orta es hermano de Caridad Orta.
Caridad Orta fue detenida cuando trató de organizar un atentado a nosotros, en unión de otros jóvenes estudiantes. El atentado se frustró por el soplo que nos dio Pepín Naranjo. Desde ese instante comenzó a colaborar con nosotros, tanto Caridad Orta, como su hermano Juan.”
Aquí narra algunas de las delaciones que hacían ambos hermanos para finalizar en este párrafo:
“Emma Surí, viuda de Agostini, fue entregada a su vez por Caridad Orta (la coja, como se le conocía en la clandestinidad), pero Caridad Orta no sabía que ya Emma Surí, estaba colaborando intensamente con el Jefe de la Policía, Hernando Hernández, a quien le dijo inclusive que había hecho desaparecer la famosa sombrilla donde se ocultaba un M-2 para realizar atentados con toda impunidad.”
Capítulo L. La secretaria del Ché.
Aquí se refiere a Pilar, no da su apellido, pero se refiere a que esta era a la sazón la secretaria del Ché Guevara. Ella fue detenida por una delación y fue tal su pánico de estar al frente de Ventura que aceptó trabajar de informante para él y delató a tantos que terminó denunciando y entregando a su propio esposo, Enrique Babé.
Capítulo XLVIII. Atentados.
El mismo Esteban Ventura Novo cuenta que a él se le planearon y prepararon siete atentados de los cuales salió sin problemas y salvó su vida por la misma ayuda que le dieron sus propios chivatos que dentro de las filas de los revolucionarios le avisaron y pusieron en alerta.
Entre ellos Pilar, la secretaria del Ché, Pepín Naranjo, Armando Cubría, Raulito Díaz Argüelles y otros. El asunto es que cuando Ventura los contactó para que ayudaran a su esposa que estaba presa, sus antiguos chivatos le viraron la espalda y no quisieron ayudarla.
He querido dejar para último el relato de lo que ocurrió en la calle Humboldt 7 en el barrio del Vedado en la ciudad de La Habana. Estos fueron hechos que conmocionaron a la ciudadanía cuando ocurrieron.
Los cubanos solo conocimos los hechos narrados por el actual gobierno de los Castro y su grupo, es justo que se conozca la versión de quien los produjo por el otro lado, es decir por la versión de su autor, el mismo Esteban Ventura Novo. Transcribo el capítulo completo a continuación:
Capítulo XLV. Humboldt número 7.
“Mucho se ha hablado de los sucesos ocurridos en el edificio de apartamientos de Humboldt número 7, sin embargo, el pueblo, hasta ahora, no ha sabido la verdad, porque sus promotores, los que realmente hicieron posible aquel servicio, son hombres prominentes de las hordas rojas que hoy desgobiernan a Cuba.
Y claro ellos no lo van a decir al pueblo. Nosotros si.
De la misma forma que los apellidos tuvieron su origen por el tipo de trabajo que realizaba el cabeza de familia y de ahí que Herrero se denominaba a quien trabaja en hierros , así el origen de los hombres, siempre, invariablemente, por una ley física, producirá idénticos resultados.
Y uno de los promotores de los sucesos de Humboldt número 7, es el actual comandante Raúl Díaz Argüelles.
Este joven comandante es hijo de una conocida artista –ex–artista- que obtuvo más resonancia por sus escándalos que como profesional del arte e inclusive fue acusada, a la caída del régimen de Pérez Jiménez, de ser quien le proporcionaba mujeres para las bacanales de aquel depuesto gobernante.
De casta le viene al galgo…
Y es difícil comprender como era posible que Marina Quesada, la madre de los hermanos Díaz Argüelles, fuera frecuente y casi diaria visita del entonces teniente Esteban Ventura, cuando éramos Jefe del Grupo de Robos del Buró de Investigaciones. Era chocante ver aquella mujer enjoyada a más no poder , de pasajera en el carro del oficial policíaco. ¿Qué motivaba aquella amistad?
Las gestiones que realizaba –a la sazón ella estaba vinculada a un periodista de toda nuestra consideración- a favor de sus hermanos, uno de ellos ladrón y el otro jamonero (en el argot policíaco, se le llama así a quien compra objetos robados).
Y el oficial policíaco la servía. Y era reciprocado con amistad al parecer sincera.
Todos los medios de que puede valerse el investigador son lícitos.
Y de todo habrá que aprovecharse. Los hijos de Marina Quesada, pues eran unos muchachos y ya su madre agradecía favores a nosotros.
La amistad continuó.
Las veces que andando el tiempo y siendo invitado a una casa que en la playa de Guanabo tenían los hermanos Díaz Argüelles iba a comer y a pasar buenos ratos. Allí escuchamos afirmaciones como esta:
-Fidel es un gangster y sin embargo presume de ser el segundo Martí.
-O esta otra:
-Un hombre que obtiene sus notas a punta de pistola, no puede ser un líder como él pretende.
Claro, los hermanos Díaz Argüelles pertenecían al Directorio y Fidel al Movimiento 26 de Julio. A la larga, Fidel se apoderaría del movimiento revolucionario.
Y Raulito Díaz Argüelles lo estaba previendo.
Pero vamos a Humboldt número 7, una vez apuntada la personalidad de uno de los protagonistas.
Ese día, a las 12.30, recibí una llamada telefónica. La voz me era familiar.
─Quiero hablar con usted, en una cafetería, donde tomemos un refresco.
─Creo que eso no te conviene, le dije.
─¿Por qué?, respondió.
─Porque te podrían ver, argumenté.
─¿Entonces, como hacemos?
─Yo tengo un apartamento en Carlos III número 902.
Es el apartamiento número 4, casi esquina a Espada. Suba y entra. No hay problema.
─No, es mejor que usted pase y yo lo vea desde la esquina.
─A qué hora te conviene?
─A la que usted diga, comandante.
─¿A las tres?
─O.K.
Y colgó el teléfono.
A esa hora yo estaba en la puerta de la casa indicada.
Allí estaba Raulito Díaz Argüelles… y Faure Chomón.
Mi sorpresa fue grande. Yo reconocí la voz de Raulito; pero no sabía que iría con el secretario general del Directorio Revolucionario.
─¿Cómo han hecho esa locura? Si los ven a ustedes juntos conmigo…
─Está usted equivocado. Si quiere vamos a tomar café, respondieron.
─¿Están seguros?
─Vamos. Mire vamos a entrar aquí mismo, dijeron finalmente.
Era el café Petit Codias situado en la esquina de Carlos III y Espada. Allí el gallego Emilio, su propietario, nos sirvió café a los tres.
Ya el brigadier Hernando Hernández, Jefe de la Policía, sabía que estos dos jóvenes revolucionarios querían $3,000.00 por el servicio que nos iban a proporcionar.
Subimos a la habitación. El jefe de la Policía habló con ellos. Hernando Hernández temía una celada.
Raúl Díaz Argüelles dijo
─En Humboldt número 7, están escondidos Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez, Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez.
─¿Cómo sabemos nosotros que esto no es una celada?
Porque allí está Tavo, Gustavo Machín, esperando un mensajero a la hora en que ustedes vayan a prestar ese servicio, dijeron.
─¿Quién es el mensajero?
─No se lo podemos decir. Bástele con ello.
Hoy podemos decir quién era el mensajero: un sobrino del ex-coronel Fermín Cowley Gallego, quien después se asiló en una Embajada, porque temió que los revolucionarios hubieran descubierto que él había sido protagonista de este hecho.
El Jefe de la Policía, en la propia habitación de Carlos III nos llamó aparte y nos dijo:
─¿Cómo tú garantizas a esta gente, Ventura?
─Pues quedándome aquí con ellos hasta que se haga el servicio.
─Bueno, así está bien, respondió más sereno el Jefe de la Policía.
Y volvimos a reunirnos con Díaz Argüelles y Faure Chomón.
Me dirigí a Raúl Díaz Argüelles y le pregunté:
─¿Raulito, cómo es que siendo esa gente, brava, es decir de acción, ustedes van a entregarlos por $3,000.00?
─Nos están robando el show.
Ya el Jefe de la Policía se marchaba.
Faure Chomón, al verlo en esa disposición le dijo:
─Pero hay que buscar la forma que no queden vivos, porque entonces sabrán que fuimos nosotros.
Habían firmado su sentencia de muerte.
─Yo soy el secretario del Directorio, y sin embargo, esta gente me tienen eclipsada nuestra labor. Me roban la acción. Y eso no puede ser.
─Tengan cuidado, porque ellos van a tirar también.
─Si eso es verdad a las 7.00 les traigo el dinero, dijo el Jefe de la Policía.
Allí esperamos a que se produjeran los hechos, con Raúl Díaz Argüelles y Faure Chomón. Ellos, claro, no lo dirán, pero Hernando Hernández está preso y pueden preguntarle y Emilio el del café Petit Codias, también está en Cuba.
Y esperamos los tres, Raúl Díaz Argüelles, Faure Chomón y yo, escuchando el radio, hasta que se dio la noticia.
Y hoy dicen que fue Ventura quien dirigió el servicio.
Tan pronto se supo que había un tiroteo en el lugar, dejé a los colaboradores y fui al teléfono.
─¿Hubo lucha, brigadier? Pregunté al Jefe de la Policía.
─Si. Todos están heridos. Se fajaron como machos, respondió.
─¿Dónde los condujeron?, volví a preguntar.
─A la casa de socorros de San Lázaro, nos dijo.
─Vaya, coronel, vaya a la casa de socorros a ver si es cierto, nos dijo muy nervioso Faure Chomón.
─Bien iré, pero quietecitos aquí hasta que venga el jefe con el dinero, ¿eh?
─O.K., Ventura, dijo Raulito Díaz Argüelles.
Fui a la casa de socorros. Los cuatro estaban muertos. Regresé.
─¿Usted los vio, coronel? ¿Está seguro de que están muertos?, dijo más nervioso que antes Faure Chomón al verme regresar.
─Si, muchachos, los cuatro están muertos.
Y sentí repugnancia por estos jóvenes que así habían entregado a sus compañeros, aunque no me crean lo que les estoy diciendo.
A las 7.05 de esa noche, llegó Hernando Hernández y en nuestra presencia les entregó, no $3,000.00 que era lo pactado; sino $500.00 más. Tocaron a $1,750.00.
Me quisieron regalar los $500.00. No acepté. Los testigos están todos vivos.
─Otra cosa que queremos, comandante ─dijo Faure Chomón, mientras se guardaba el dinero.
─¿Qué cosa?
─Que ponga en todos los atestados los nombres de nosotros como participantes de hechos subversivos… Eso nos da cartel revolucionario.
Y se marcharon acariciando los dineros de Judas.
Ya no necesita la viuda de Fructuoso Rodríguez ir a República Dominicana o a Miami, para pedirme el nombre de los confidentes. Se llaman Raúl Díaz Argüelles, comandante de la Policía Nacional Revolucionaria, y Faure Chomón, Embajador de Cuba ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, respectivamente.”
Este libro del Teniente Coronel de la policía Esteban Ventura Novo, no tiene desperdicio y es demasiado triste leerlo y enterarse de toda la basura acumulada de individuos que fueron personalidades emblemáticas en el proceso político liderado por Fidel Castro, de quien Ventura decía que era un bandolero. Un bandolero que se apoderó del país, para convertirlo en una encubierta colonia yanqui con propaganda de ser anti imperialista.
El mismo pasa a relacionar una lista de revolucionarios, algunos famosos, que cayeron en sus manos y que no murieron, que no pasaron a engrosar las listas de los 20,000 mártires que dejó la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista.
Claro, que Ventura usa un sarcasmo para hablar de la cifra de los famosos 20,000 mártires, porque en realidad, jamás existió esa cifra de muertos en la lucha por derrocar al régimen batistiano.
Se han hecho investigaciones serias de los muertos por ambas partes del conflicto y esta no suma de 2,741 víctimas. Se publicó un artículo en el Nuevo Herald firmado por Fernando Rojas, domingo 7 de septiembre del 20008 llamado La cuenta de los muertos en que según los datos contabilizados por el ya fallecido Armando M. Lago y Giberga murieron en la guerra rural 646 revolucionarios y 595 batistianos, mientras que en la guerra urbana murieron 1,170 revolucionarios y 330 batistianos.
La guerra urbana fue más sangrienta que la rural. Los famosos 20,000 mártires fue una cifra inventada y carente de veracidad y él dice en tono de sarcasmo acerca de ¿cuántos de esos muertos le achacan a él? que fue el gran torturador y ajusticiador del régimen de Batista.
Expone a seguidas una lista incompleta de revolucionarios que cayeron en sus manos y extrañamente sobrevivieron y no fueron torturados y expone a continuación la lista:
(En la misma hay personas harto conocidas por los cubanos y otras que no lo han sido tanto y otras desconocidas para nosotros, porque sus memorias ya esfuman en el tiempo):
Raúl Roa García, Alfredo Yabur Maliff, Armando Hart Dávalos, Carlos Franqui Mesa, Ernesto Vera, Pepín Naranjo, Julio Camacho Aguilera, Osmani Cienfuegos Gorriarán, Pedro Miret, Faustino Pérez Hernández, Machado Ventura, Luis Orlando Rodríguez, Raúl Chivás, Roberto Agramonte.
Julio Quintana, Jorge Quintana, Mario Kuchilán Sol, Salvador Esteva Lora, Armando Cubría, Héctor Haces, Antonio Acosta Borges, Manolo Suzarte, Manuel Gallareta, Manuel Carbonell Duque de Estrada, Manuel Carbonell, Armando Franco, Tony Lamas, Marcelo Plá, José Llanusa Gobel, Violeta Casals, Gilberto Betancourt, Mario Betancourt, Efigenio Ameijeiras Delgado,
David Salvador, Efrén González, Armando Escalona, Ursino Rojas, Miguel Pérez Lamy,
Samuel Rodiles, Aldo Vera Serafín, los hermanos Humberto y Mario Sorí Marín, Pedro Luis Boitel, doctor Aguilera, Omar Fernández Cañizares, Rolando Cubelas, Ángel Quevedo, Bernabé Ordaz, Gustavo Machín, Pepe Vázquez.
Enrique Babé, Pilar su esposa, Jesús Casals, Arnold Rodríguez, Raúl Díaz Argüelles y su hermano, Armando Rivas, José Antonio Fernández, José Blanco, Jorge Venegas Valdespino, Wilfredo Ventura, Octavio Lois (Cabrera), Iglesias Patiño, Tony Castell, Leonel Gómez, Juan Noriega, Manuel Noriega, Bombino, Vidalino González, Cecilio Vázquez, Agustín Navarrete.
Fabián Escalante, Julio Quintana Ferrer, Faure Chomón Mediavilla, Miguel Ángel Duque de Estrada, Ramón Rodríguez (Mongo Familia), Pedro Palmero, Mario Betancourt, Francisco Pérez Rivas, Sergio Ruiz, Samuel Rodríguez, y casi todos los comandantes y capitanes del hoy gobierno fidelista.
“Hay más… Muchísimos más.
Pero a lo mejor nos decidimos a editar una segunda edición de este libro.
Y, claro, en esa nueva edición, tienen que aparecer otros personajes que están vivos y en el gobierno.
Muchos de esos personajes que aparecen aquí, han sido, como hemos publicado, notabilísimos chivatos, han entregado a sus compañeros y por su actitud perdieron la vida muchos de ellos que pudieron haberla salvado.
Por eso tenemos más personas en la lista de los Muertos, de Ventura.
Con la dada ahora, basta.
…¿O es que todo el mundo no sabe que lo que aquí se deja expuesto, no es obra de la política, sino documentos del archivo de un policía?
Huirán, si: pero de los familiares de las personas que han muerto peleando, al enfrentarse a la Policía, cuando fueron descubiertos, como en el caso de Machaco Ameijeiras, y del joven Alvarado, o de Maraboto…
Huirán, porque será la justicia de la familia de los que ellos delataron, quien los perseguirá.
Los nombres que aparecen en este libro –unos delatando a sus compañeros, otros que estuvieron detenidos a nuestra disposición- son los Muertos de Ventura.
Y otros que a lo mejor, repetimos, aparecen en una segunda parte de estos archivos.
No cabían todos en una obra de esta naturaleza. Sólo hemos escogido algunos casos, por la preponderancia que tienen. Es decir, porque ocupan hoy cargos y posiciones en Cuba que no merecieron, por delatores de sus compañeros.
Pero hay más. Muchísimos más.”
En Cuba trascendió que Esteban Ventura Novo estaba escribiendo un libro y aquello inquietó mucho. El resultado es que su esposa doña Serafina Freyre Lázzaro pudo escapar de la isla y llegó casi justo con la tirada de este libro.
Ventura amenazó con un segundo e interesante libro que no sabemos si llegó a editarse.
Después de leer las Memorias de Esteban Ventura Novo, mucho ha cambiado la imagen de este hombre que fue un guerrero toda su vida, un hombre de gran valentía que siempre se enfrentó a otros hombres y mujeres armados y dispuestos a combatir contra él.
Ventura y sus oponentes fueron a la guerra y estaban en guerra, en una guerra excluyente y en donde ninguna de las partes rehuían del combate.
Todos los revolucionarios que se enfrentaron a hombres del calibre de Ventura, los hermanos Conrado y Orlando Carratalá Ugalde, Irenaldo García Báez, Mariano Faget, Emilio Laurent, Orlando Piedra Negueruela y otros, eran similares entre si.
A ningún revolucionario lo obligaron a ir a la guerra, yo mismo cuando fui al África a combatir en las misiones internacionalistas fui también voluntario y sabía a lo que me exponía como también lo sabían muchos de mis compañeros.
Todos los revolucionarios que murieron fueron a esa guerra voluntariamente y sabiendo que había un deber que cumplir en esa guerra.
Muchos hijos de revolucionarios nacieron sin padre, porque voluntariamente esos revolucionarios decidieron ir a la guerra.
Muchos hijos de policías y militares nacieron o quedaron sin padre porque estos cumplían con su deber establecido.
Todos los policías y militares que murieron en esa guerra sabían que debían cumplir con su deber de proteger el país de la actividad de unos individuos que ellos conocían llevarían a Cuba a su destrucción a despecho de que a muchos de ellos no les gustaba Batista y lo repudiaban como es el caso del mismo Esteban Ventura Novo que nunca escondió el desprecio que sentía por el presidente de turno Fulgencio Batista y Zaldívar y de quien siempre rechazó su cobardía en abandonar el poder cuando faltaban pocos días en entregarlo al nuevo presidente que había salido en las elecciones realizadas.
Por cierto el Presidente Batista no contemplaba llevar a Ventura en su huida. Este se enteró por pura casualidad un rato antes de la misma porque le avisó el Coronel Orlando Piedra Negueruela que lo llevó al aeropuerto por donde se iba Batista.
Después que hemos visto el terrible descalabro que ha ocurrido en nuestra patria con la terrible administración hecha por los encubiertamente anexionistas hermanos Castro y su grupo, nos damos cuenta que en realidad la historia de los malos que recayó en los funcionarios policiales y militares que se les oponían fue pura propaganda.
En realidad los verdaderos malos y lo han demostrado con creces fueron los Castro y su grupo, ellos si han sido los grandes corruptos, los grandes depredadores, los grandes bandoleros, los grandes traidores a nuestra tierra y a nuestro pueblo.
Julio Soto Angurel