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EL HURACÁN MARCO RUBIO PARA PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS. You On Here » EL HURACÁN MARCO RUBIO PARA PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS.

Las encuestas de intención de voto lo situaban 20 puntos porcentuales por detrás de un adversario con un alto nivel de reconocimiento público, un cuantioso fondo de campaña y el poder de premiar y castigar desde su cargo de gobernador. Por otra parte, muy pocos estaban dispuestos a contribuir al fondo de campaña de un candidato que, aún antes de empezar, parecía destinado a la derrota. Sus amigos le advertían que era una lucha desigual y con ínfimas probabilidades de triunfo. Su medio de transporte consistía en una vetusta camioneta con muchos años de uso y un considerable número de millas. Hasta su propio partido le aconsejaba que no retara al predestinado y que esperara su turno de militante obediente hasta que la jerarquía accediera a premiar su paciencia.

Pero este hijo de exiliados cubanos que dejaron en su patria de origen seguridad y bienestar para enfrentar retos desconocidos en busca de libertad no es un hombre que se deja intimidar por los obstáculos ni acepta de buen grado que le pongan límites a su espíritu de superación y su vocación de servicio público. Así fue como Marco Rubio le propinó una soberana paliza en las urnas al camaleónico Charlie Crist y se erigió en contundente defensor de los valores morales sobre los que fue fundada esta nación y, por ende, en favorito del fenómeno populista de los Tea Parties. Así fue como en esta Florida de sol, playas, música y huracanes fuimos testigos de un huracán político que se llama Marco Rubio.

Todavía es muy pronto para entrar en la arena movediza de los vaticinios y los pronósticos sobre las campañas presidenciales del 2012 y el 2016. Pero no debe cabernos duda alguna de que el Partido Republicano tiene una urgencia desesperada de líderes como el nuevo senador federal por la Florida. Un hombre joven con raíces hispanas, elocuencia oratoria, moderado en cuestiones sociales, conservador en asuntos fiscales y, para mayor atractivo, aceptado por la guardia pretoriana republicana y los independientes del Tea Party. Un verdadero regalo de navidad para un partido que hace dos años fue arrasado por un tsunami que todavía amenaza con transformar una sociedad que rinde culto al individuo en una sociedad de siervos obedientes al estado todopoderoso.

Un partido que, a pesar de cuantiosas victorias en las elecciones de este 2010, sufrió derrotas en aquellos candidatos que ignoraron la energía y la ira de un bloque de votantes hispanos cansados de discriminación y engaño. Ahí están los ejemplos elocuentes de Sharon Angle en Nevada y de Megan Whitman y Carly Fiorina en California. Las victorias de Angle y Fiorina habrían adelantado la agenda del partido y aumentado la capacidad de negociación de los republicanos en la Cámara Alta.

Sin embargo, no todo esta perdido para los republicanos si tenemos en cuenta que el presidente Obama antepuso su agenda socializante a su promesa de campaña de una reforma migratoria integral. Al mismo tiempo, muchos hispanos parecen estar cansados de ser manipulados por el Partido Demócrata. Pero la realidad es que, entre el rechazo republicano y el paternalismo demócrata, los hispanos han sido tratados por ambos partidos como el pariente pobre a quien se le encomienda la defensa del país y los trabajos peor remunerados sin darle acceso al sueño americano. El partido que entienda ese reto, asuma la iniciativa de subsanar esa injusticia y produzca una solución equitativa a una crisis que afecta a la totalidad de la nación tiene ante sí un gran futuro político.

Para ello tienen que aprender las lecciones de Nevada y California a la luz de las estadísticas de electores inscritos. Según el Pew Hispanic Center el 57 por ciento de los votantes hispanos a nivel nacional se identifican como demócratas frente a solo un 23 por ciento que se identifica como republicano. Más importante aún son las estadísticas que indican que el bloque de votantes hispanos en cuatro estados de la nación tiene la capacidad de inclinar la balanza en uno u otro sentido en cualquier elección presidencial.

Pasemos una breve revista a la situación. De nuevo, según el Pew Hispanic Center, los votantes hispanos constituyen el 23 por ciento de los votos en California, el 25 por ciento en Texas, el 14 por ciento en la Florida y el 12 por ciento en Nueva York. De acuerdo con la fórmula para elegir presidentes, la suma de los llamados votos electorales de esos cuatro estados es de 147 o el 55 por ciento de los 270 necesarios para lograr la victoria. El candidato que no gane por lo menos dos de esos cuatro estados tiene limitadas probabilidades de ser electo. Y para mayor desgracia republicana, California y Nueva York son demócratas hasta los tuétanos.

Ahí esta precisamente la oportunidad de republicanos como Marco Rubio para ocupar un lugar en el binomio de una candidatura presidencial. La posición de primero o segundo en la boleta será cuestión de circunstancias que no pueden ser precisadas ahora mismo, ya sea en el 2012 o en el 2016. Lo que si es cierto es que muchos de los candidatos presidenciales republicanos con mayor potencial en este momento están mirando muy de cerca al “cubanito” de la Florida. La habilidad de Marco está en dejarse “enamorar” sin comprometerse con nadie y jugar sus cartas en la oportunidad indicada.

Candidatos punteros como Mit Romney, Sarah Palin, Newt Gingrich y Mike Huckabee, aunque líderes nacionales con influencia y reconocimiento dentro y fuera del partido, carecen de la trayectoria o el mensaje que pudiese resultar atractivo a los votantes hispanos. Marco sería el ingrediente para compensar esa deficiencia participando como segundo en la boleta. Pero hay más. ¿Qué pasaría si ninguno de los mencionados logra una victoria contundente en las primarias y la postulación llega a la convención del partido?

Surgirían nombres como Tim Palenti de Minnesota, Boby Jindhal de Louisiana, Chris Christy de New Jersey o Marco Rubio de la Florida. En ese caso, Marco no tendría que resignarse al segundo puesto y ya sabemos que a este hombre no le gustan los segundos lugares. Entonces cualquier cosa podría pasar. Sobre todo si tenemos en cuenta que, a nivel nacional, el 40 por ciento de los votantes se declaran conservadores—precisamente el segmento que favorece a Marco Rubio—y solo el 20 como de izquierda. Marco tiene las credenciales, el mensaje y la personalidad, lo que aquí califican de “carisma”. De resultar electo, el huracán de la Florida cambiaría el clima de inercia e ineficiencia que paraliza a Washington.

Enviado por MIC

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