La derecha ganó la batalla inicial. En las elecciones de mediados del 2010, sombrías organizaciones de fuera (quienes no tuvieron que revelar sus donantes hasta mucho después de la elección, si alguna vez lo hicieron) apoyando a candidatos republicanos dieron $190 millones, gastando más que sus adversarios por un margen de dos a uno, de acuerdo con el Center for Responsive Politics. El American Action Network, operado por el consultor republicano Fred Malek y el ex-Senador republicano Norm Coleman, gastó $26 millones; la U.S. Chamber of Commerce gastó $33 millones; y American Crossroads and Crossroads GPS de Karl Rove gastaron $38,6 millones, combinadas. Sus inversiones en candidatos conservadores dieron frutos: 62 sillas en el Congreso y 6 en el Senado tomadas por republicanos, la mayor cantidad en la era de la post-guerra, literalmente una victoria histórica.
Bruscamente despertados de su complacencia y ya no disfrutando más la victoria de Barack Obama en el 2008, los demócratas adinerados planean su respuesta. El magnate de los medios de izquierda David Brock planea crear un grupo de fuera llamado American Bridge en respuesta a los grupos Crossroads de Rove, los cuales pelearán en las trincheras del gasto de campaña del 2012. Muchos grupos como los de Brock seguro aparecerán, conforme los demócratas liberales y centralistas se preparan para un asalto de $500 millones prometido por la Cámara de Comercio y otros grupos afines.
Inclusive la administración de Obama, la cual rechazó a los grupos de fuera en el 2008, ha abierto la puerta para una guerra de gastos secreta. Los demócratas piensan combatir fuego con fuego "¿Es mejor el dinero pequeño? Seguro. Pero estamos en una maldita pelea" me dijo el estratega y recaudador de fondos democrático Harold Ickes recientemente. "Y si estás en una pelea, estás en una pelea y usas todos los medios disponibles legales."
El fin del juego, claro, es una guerra sin fin. Los grupos de fuera ya no irán y vendrán cada dos años. Ahora, estos grupos sacarán anuncios de ataque, enviarán correos y desplegarán llamadas automáticas todo el año, en lo que será una campaña perpetua para convencer a los votantes y elegir legisladores amigables. "Definitivamente estamos construyendo una base," fue como lo explicó Steven Law, presidente de American Crossroads
Esto es lo que hoy en día se hace pasar como el alma y el corazón de la democracia americana. Antes, los ciudadanos en grandes números, motivados por sindicatos, partidos políticos o alguna causa mayor, determinaban el curso de la política de EEUU. Después de la segunda guerra mundial, una clase media en crecimiento era el bloque de votos más importantes, mientras que, en esas mismas décadas, las clases trabajadoras y medias disfrutaron de una mejor prosperidad económica relativa que sus contra partes adineradas. Digan adiós a eso. Ahora somos un país manejado por los ricos.
No es de sorprenderse, el poder político tiende a seguir a la riqueza. Lo que esto significa es: no se puede entender como los ricos tomaron control de la política estadounidense, y posiblemente de la sociedad toda, sin primero entender como un pequeño grupo de estadounidenses se hizo de tanto dinero en primer lugar.
La historia comienza a fines de los 70 y continúa durante los años de Obama, un periodo en el cual la política estadounidense ha sido tan pesada hacía los ricos que ahora vivimos en el peor período de desigualdad económica en la historia moderna. Consideren las estadísticas: hace 50 años, el 1% más rico de los estadounidenses representaban uno de cada diez dólares del ingreso nacional; hoy es casi uno de cada cuatro. Entre 1979 y el 2006, el ingreso promedio de cada hogar después de impuestos (incluyendo beneficios) del 1% más rico aumentó 256%; los hogares más pobres vieron un aumento del 11%; los hogares de clase media, 21%, mucho del cual se debe a las familias con dos ingresos.
El gurú de los impuestos David Cay Johnston recientemente analizó los números y descubrió una división aún más marcada. Por un lado, el número de estadounidenses que ganan un ingreso constante bajó por 4,5 millones entre el 2008 y el 2009, mientras que el salario promedio en los Estados Unidos bajó por 1,2% a $39.055. Por otro lado, el salario promedio de los estadounidenses que ganan más de $50 millones al año fue de $91 millones en el 2008 y de $84 millones en el 2009.
El ecónomo de la Universidad de Harvard Lawrence Katz explicó la situación de los estadounidenses de la siguiente forma:
"Piense en la economía estadounidense como un complejo de departamentos. Hace un siglo --inclusive hace 30 años-- era algo envidiable. Pero en la última generación su carácter ha cambiado. Los áticos de lujo en la cima son cada vez más grandes. Los departamentos de en medio se sienten cada vez más apretados. Y el sótano está inundado. Para terminar, el elevador está descompuesto. El elevador fuera de servicio es lo que más deprime a la gente."
Llamemos a la selecta minoría en el ático de lujo la Nueva Oligarquía, un pequeño fragmento de la población estadounidense con una enorme riqueza, la cual representa una parte desproporcionada de la riqueza del país. Son magnates petroleros y de los medios, ejecutivos corporativos, cambiadores de fondos de cobertura, filántropos y miembros de la industria del entretenimiento. Dependiendo de donde uno trace la línea son el 1%, el 0,1% o inclusive el 0,01% de la población americana. Cuando la Corte Suprema dio su veredicto Citizens United abrió las compuertas para que un torrente de donativos anónimos de parte de esta oligarquía pudiese llover desde las alturas para inundar las tierras políticas debajo.
Andy Kroll