El tratar de colocar las controvertidas muertes en territorio cubano era una parte primordial de la defensa en el juicio de cinco espías cubanos, uno de los cuales fue encontrado culpable de conspiración para asesinar.
Pero ahora, el espía jefe Gerardo Hernández, quien cumple una sentencia a cadena perpetua, ha hecho un cambio sorpresivo: en una apelación desesperada, Hernández está de repente de acuerdo en que los ataques del 24 de febrero de 1996 de dos MiG a dos aviones de Hermanos al Rescate sí ocurrieron en aguas internacionales.
Con ese argumento, Hernández contradice fundamentalmente la posición del régimen al que juró lealtad, y que lo ha declarado un héroe contemporáneo de la revolución.
José Basulto, confundador de Hermanos al Rescate, encuentra irónica la acción. Ahora, dice Basulto, Hernández ‘‘quiere distanciarse del gobierno cubano para salvarse''.
En su apelación, Hernández, de 45 años, alega que su abogado en el juicio, Paul McKenna manejó mal su defensa en un proceso federal en el 2001 en Miami, al enfocarse demasiado en el lugar en que se derribaron los aviones.
Esa estrategia opacó pruebas de que Hernández no supo por adelantado acerca del complot mortal cubano sobre el Estrecho de la Florida, asevera la apelación. Las pruebas sobre su conocimiento por adelantado eran cruciales para probar su papel en la conspiración para asesinar.
"En breve, el abogado de Hernández fue su peor enemigo en la corte'', escribieron sus abogados de apelación en una petición de habeas corpus presentada en la corte federal de Miami.
Hernández, quien dirigía La Red Avispa en Miami, fue el único agente encontrado culpable en relación con el ataque a las avionetas y el único sentenciado a cadena perpetua.
La estrategia de Hernández para cambiar su condena y sentencia no es común: después que él perdió el año pasado su apelación en la Corte Suprema de EEUU, se ha quedado sin la esperanza de un nuevo juicio, lo que demuestra que se le encontró culpable porque su abogado no fue efectivo.
Los abogados de apelación de Hernández dijeron que pruebas aplastantes mostraron que los aviones se derribaron fuera del espacio aéreo cubano, lo que levanta serios cuestionamientos sobre la estrategia general de McKenna para refutar ese hecho.
El hallazgo de la ONU concuerda con datos de radar suministrados por Estados Unidos, pero ninguna información suministrada del gobierno cubano, que continúa insistiendo en que los aviones de Hermanos al Rescate provocaron los ataques al invadir un territorio soberano.
Con respecto al conocimiento de Hernández del complot para derribar las avionetas, los abogados de apelación dijeron que mientras que la agencia de inteligencia de Cuba contactó a Hernández para alertar a sus colegas de volar con Hermanos al Rescate en febrero de 1996, las transmisiones cubanas por radio a Hernández sugieren que no se le dio indicios del plan militar específico de su gobierno para derribar las avionetas del grupo.
"El no sabía nada sobre el ataque a las avionetas'', dijo Richard Klugh, un abogado de Miami. "Eso fue una gran injusticia''.
La procuraduría federal, que planea responder a la petición de Hernández a finales de enero, declinó hacer comentarios. McKenna también rehusó hacerlos. El podría terminar como testigo en la apelación, presentada ante el juez de distrito federal Joan Lenard, quien presidió el juicio.
Khuly dijo que la nueva estrategia de Hernández tiene más de un fallo.
Agregó que el abogado de su juicio ahondó en las pruebas de que el gobierno cubano alertó al jefe de sus espías a que evitara ciertos vuelos de Hermanos al Rescate.
"El se pasó mucho tiempo hablando sobre las transcripciones de las comunicaciones por radio para tratar de probar de que no había un conocimiento anterior'' por parte de Hernández sobre el ataque a las avionetas, dijo Khuly. "No parece como si lo ignorara por completo''.
Corresponde ahora a Lenard decidir si Hernández merece otro intento por obtener su libertad.
JAY WEAVER
jweaver@MiamiHerald.com